sábado, 26 de abril de 2008

EL CARNICERO DE GILES

100 kilómetros al noroeste de la Capital Federal podemos encontrar mucha tranquilidad. Para los porteños es un escapar al smog, a la filarmónica de bocinazos y al bacilo del nuevo mileno que algunos doctores suelen llamarlo stress. San Andrés de Giles es una posible de todas las variantes que ofrecen las páginas de internet. Muchas hectáreas de verde, caballos, queso de campo y algún trago de ferro-quina en alguno de los viejos bares.
Fue un fin de semana largo que decidimos junto a mi mujer irnos para Giles. Nos tomamos un micro y emprendimos el viaje que duró nada más que cuatro horas. Encontramos lo que buscábamos: tranquilidad, aire puro y un lugar diferente. Nos hospedamos en un hotel familiar y salimos a caminar. Luego de almorzar ella se fue a dormir una siesta y yo me fui a tomar un café a un bar. Hablando con un hombre de unos 60 años que dijo llamarse Enrique me enteré de un horrible crimen.
Luis Fernando vivía con sus tíos mientras que estudiaba en el colegio Nuestra Señora de Luján. En sus ratos libres jugaba a la pelota con sus amigos y era un alumno normal. Sus padres vivían en las afueras de Tuyutí y por eso se quedaba en lo del hermano de su papá. Sus progenitores eran dos personas muy laburantes, ella era directora en la Escuela de Tuyutí y él se dedicaba a las tareas rurales.A los 30 años Luis Fernando decidió irse a vivir con su tía Alcira de 59 años. Viuda y con un gran amor por su sobrino, dejó que se quedara junto a ella ya que sus padres se habían ido a vivir a Paraguay por unas deudas que tenían con varios prestamistas.
Alcira estaba enferma de cáncer y a su sobrino le molestaba verla sufrir. Cuando escuchaba sus quejas de dolor se enfurecía y quería hacer algo para apaciguar ese fuego interior. Una noche, mientras la tía dormía, fue hacia el galpón de la casa y agarró una vieja hacha. Por un momento sintió una fuerte vibración en su cuerpo. Era algo inexplicable, como si estuviera a punto de agarrarle un ataque de epilepsia. Con el hacha en sus manos fue a dónde la tía y le asestó un hachazo certero en el parietal izquierdo. El piso de la habitación se había convertido en un estero sanguinoliento. A posteriori fue al patio y con una pala preparó el lugar para darle cobijo a su queridísima tía.
Los vecinos del lugar notaban la ausencia de Alcira y por eso le preguntaron al muchacho que le había pasado. "Quédense tranquilos. La tuve que llevar a Capital Federal porque la enfermedad se complicó un poco". Pasó una semana y Luis Fernando les comunicó que Alcira había fallecido. Pero los vecinos del fondo sospechaban del muchacho. Empezaron a sentir ráfagas de olores nauseabundos y dieron aviso a la Policía. El 31 de Agosto de 1995, Luis Fernando Iribarren, 31 años de edad, es detenido. Peritos policiales excavaron en el fondo de la casa y finalmente encontraron al cuerpo de la tía.
A todo esto mi celular sonaba sin parar y tuve que interrumpir a Enrique para atender a mi mujer. Le dije que estaba todo bárbaro. Que me estaban contando una de las mejores historias que había escuchado. Enrique siguió hablando y me dijo que no todo terminaba ahí. Que Luis Fernando, luego de confesarles la autoría del asesinato de su tía también les confesó otro asesinato.
A mediados de 1986, Luis Fernando estaba en el campo de sus padres junto con su hermano Marcelo de 15 y su hermana María Cecilia, de 9 años. Él sentía bronca por ellos. Y por eso los mató. Primero fueron sus padres. El arma; una carabina del 22 que usaban para vizcachear. Luego siguió María Cecilia. Un poco confuso y agotado con lo que había hecho, se fue al patio a fumar un cigarrillo. Giró su cabeza y miró al cielo. Estaba lleno de estrellas. Miró firme lo que le quedaba del cigarrillo y lo aplastó con el pie derecho. Agarró nuevamente la carabina y sin vacilar se ocupó del último sobreviviente.
Lo llamativo del caso fue que a la hora de encontrar a los cuerpos los especialistas tuvieron que hacer una búsqueda del tesoro. Primero les dijo que los había arrojado en el interior de un viejo aljibe: tiraba un cuerpo, una capa de escombros y cemento, otro cuerpo y así sucesivamente. Antropólogos y peritos policiales no encontraron nada en ese lugar. Fue una especia de juego. Darles pistas falsas y entretenerse con ellos mientras buscaban el tesoro. Finalmente los cuerpos estaban en una fosa común a unos metros de un chiquero. El trabajo de los peritos fue extraordinario. Cavaron minuciosamente y con el máximo de los cuidados para no alterar la evidencia.
Alguno de los psiquiatras que se ocuparon de su caso alegaron una especie de trastorno esquizoparanoide y una personalidad de base y estructura narcisista con mecanismos de defensa psicopáticas. Los abogados quisieron defender lo indefendible pero no pudieron contra el fiscal mayor de los casos: la evidencia.
Los vecinos de Tuyutí no quisieron creer todo lo que había hecho este individuo. Tan bueno con sus amigos, sus ex – parejas, sin embargo la gente de Giles sintió por un momento estar en el pueblo Holcomb. Esa locación norteamericana donde el magnífico Truman Capote gestó al precursor de los libros de la non fiction novelle.
El 21 de Agosto de 2002, Luis Fernando Iribarren fue condenado a reclusión perpetua más la accesoria de reclusión por tiempo indeterminado.
Le di un fuerte apretón de manos a Enrique y le agradecí por la historia que me había contado. Cuando volví al hotel mi mujer me estaba esperando con una cerveza bien helada y una picadita.

por Matías D´ambrosio.

4 comentarios:

El Gran Don Cocor dijo...

El carnicero...

Siendo de Puerto Rico nunca me entere que la cancion de los Cadillacs era basada en hechos reales.

Que interesante. Que aterrorizante.

Anónimo dijo...

Este jueves, viernes y sabado pasados estube en lo q que quedo de la casa de sus padres, en San Andrés de Giles en el medio del campo estube ahi con mis amigos y el padre de ellos, que nada tienen q ver con este asesino, ahora interesado en lo que masomenos conocia de la historia empece a buscar articulos y encontré el tuyo. corrió un escalofrio por mi cuerpo al saber mas de la espeluznante historia. Saludos!

Anónimo dijo...

La veradera historia podria ser totalmente diferente.
A quien le interese puede leer toda la verdad en http://es.scribd.com/lfernando_589705/documents

Anónimo dijo...

Mi nombre es Luis fernando Iribarren, y por este medio, invito a los autores a retirar de internet este material. Este año pude demostrar que se trató de una causa armada por el ex-polocía Santos, dado de baja por el Ministro Arslanián, por ladrón, y encu bridor de piratas del asfalto.
La verdadera historia: http://es.scribd.com/lfernando_589705
De no retirarse el material, procederán aciones civiles. Nunca estuve ni voy a estar condenado por ningún delito.